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HISTORIA DE UN EYACULADOR PRECOZ

Cortesía de popad /
FreeDigitalPhotos.net
Por: Ester Álvarez Guillén

Aquella mañana por fin se levantó dispuesto a hacer lo que fuera necesario para cambiar lo que tan infeliz le hacía. Tenía veintitantos años y llevaba varios meses con alguien que parecía gustarle bastante.

Durante años no había considerado que su pequeño problema fuera un verdadero problema, nunca se había atrevido a hablarlo con nadie, pero algo en su interior le decía que no estaba satisfecho con su vida sexual.

En efecto, desde sus primeras masturbaciones, la imperiosa necesidad de eyacular le había superado. Más adelante, sus primeras relaciones sexuales le parecieron muy cortas, más de lo que él hubiera deseado. Hasta entonces había intentado no pensar en ello, en todo caso en el momento del coito siempre procuraba hacer lo posible por no excitarse demasiado para no correrse tan rápido, pero nunca funcionaba.

Con su actual pareja el problema se había acrecentado, o al menos le hacía sentirse peor que nunca. Tenía miedo de que ella se diera cuenta de lo que le pasaba y lo dejara, le daba pánico pensar que siempre fuera a ser así, sentía que su vida sexual era horrible, no entendía por qué le ocurría aquello, ni sabía qué hacer para cambiarlo.

No obstante, aquel día decidió buscar ayuda, necesitaba respuestas, quería disfrutar de su vida sexual al fin, y estaba decidido a esforzarse.

El profesional con quien habló lo primero que hizo fue darle la enhorabuena: “sacar valor para buscar ayuda no es algo que todo el mundo haga” -había dado el paso más importante- y aquello le reconfortó.

Además, le aclararon que “la eyaculación precoz es un problema que afecta a muchos hombres” (no sólo a él -como pensaba-), y que “las causas raramente son orgánicas sino que, en general, son de tipo psicológico y sociocultural (sexualidad exigente y no placentera, centrada en el rendimiento en lugar de en el cuerpo, ansiedad, falta de información y creencias sexuales erróneas...)”, pero sobre todo están relacionadas con un mal aprendizaje sexual: “la eyaculación al igual que otras funciones del cuerpo como andar, orinar o hablar, está normalmente bajo control voluntario (que se adquiere y perfecciona a lo largo de nuestro desarrollo por medio del tanteo y la información que nos suministran nuestros sentidos). Sin embargo, este apredizaje a veces no se produce cuando las primeras relaciones sexuales se llevan a cabo en situaciones de tensión, la masturbación se realiza los más rápido posible por miedo a ser descubierto, se está pendiente de otra cosa en lugar del propio cuerpo, hay una gran presión por dar placer a la pareja..., de modo que los hombres con eyaculación precoz no han aprendido a concentrarse en las sensaciones placenteras que provienen de sus órganos genitales durante el estado intenso de excitación sexual que precede al orgasmo”.

Por otro lado, comprendió el círculo vicioso en el que estaba inmerso: “la expectativa de fracaso que se tiene con respecto a las relaciones sexuales provoca ansiedad, y ésta a su vez precipita la eyaculación, convirtiendo la relación sexual en una vivencia negativa que confirma la expectativa de fracaso y aumenta la ansiedad en la siguiente ocasión, con el mismo resultado una y otra vez”.

Expectativa de fracaso = ansiedad = vivencia negativa

También le explicaron algunas cosas que no debía hacer para intentar resistirse a la eyaculación, pues resultan más perjudiciales que beneficiosas: “soluciones caseras como ponerse dos preservativos para sentir menos, beber alcohol, masturbarse antes del coito, duchas frías previas a la relación sexual, pensar en cosas desagradables, no permitir que su pareja toque o bese sus genitales... todo esto no sólo no va a solucionar el problema sino que va a convertir la relación sexual en algo desagradable para ambos, pudiendo incluso llegar a bloquear la respuesta sexual general y el placer erótico con consecuencia de pérdida de la erección”.

Saber todo aquello le tranquilizó bastante, en adelante tendría que realizar algunas tareas que le ayudarían poco a poco a superar su problema, pero lo mejor de todo era saber que tenía solución.

Con un poco de tiempo y esfuerzo, fue tomando el control de la musculatura de sus genitales (músculos pubococcígeos), gracias a los “Ejercicios de Kegel” -que debía realizar todos los días-, “que ayudan a incrementar la conciencia de las sensaciones en el área genital”.

Aunque no era imprescindible, decidió hablar con su pareja sobre lo que le ocurría, pues ahora que ya estaba más tranquilo y sabía que no le pasaba nada raro, compartirlo con ella serviría para eliminar su ansiedad ante las relaciones sexuales y, sobre todo, la presión que sentía de tener que durar más tiempo en el coito. Sentirse entendido por ella también fue reconfortante. Además era necesario evitar repetir situaciones de fracaso por lo que ambos estuvieron de acuerdo en seguir la recomendación de no realizar el coito durante un tiempo. Mientras tanto tendrían la oportunidad de aprender a darse placer de otras formas, realizando diversos juegos y tareas que les pondrían en contacto con sus cuerpos, sus sentidos, emociones y sensaciones.

Día a día se sentía cada vez mejor, sus relaciones sexuales se fueron enriqueciendo de nuevas vivencias mucho más positivas. En solitario los ejercicios que realizaba le fueron enseñando a reconocer el momento en el que debía dejar de masturbarse para poder decidir cuándo eyacular. Aunque en pareja le costó un poco más, también llegó a conseguirlo.

Para cuando finalizó la terapia, sus relaciones eran muy placenteras y ricas, no sólo había aprendido a contrololar su eyaculación, sino también a no frustrarse si esto ocurría antes de lo deseado, ya que aún así podía seguir proporcionando placer a su pareja y a sí mismo.

Existe una gran variedad de hombres con eyaculación precoz (más jóvenes o menos, con pareja o sin ella, que se sienten culpables o que culpabilizan a la otra persona de frígida incapaces de asumir su problema, con unas causas u otras, satisfechos o insatisfechos con su vida sexual, que se lo toman mejor o peor, que quieren cambiar o se han adaptado a esa situación de una forma u otra...) pero lo importante es ser conciente de lo que ocurre, y saber que aunque el tiempo en eyacular no es lo primordial, si la persona lo vive como un problema es necesario buscar ayuda, pues aunque existen distintos tratamientos, en general sólo se requiere motivación y esfuerzo para solucionarlo. También hay que tener claro que controlar la eyaculación no convierte al hombre en una máquina en la cama, se trata de ejercer un control razonable, no de tirarse horas y horas penetrando sin eyacular, no es ese el objetivo (ni tampoco suele ser lo deseable, sobre todo para ellas), sino aprender a no frustrarse, decidir el momento de eyacular, y conocer una sexualidad más allá de la eyaculación y el pene. Porque al fin y al cabo lo principal en nuestra vida sexual es poder elegir libremente lo que deseamos, y no tener que adaptarnos únicamente a lo que hemos aprendido influenciados por una sociedad y una cultura muy limitadas.

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3 comentarios:

  1. Muy bueno!! tambien por wiki conseguis informacion

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  2. El Método Squeeze
    Este método requiere que uno de exprimir la base del pene en el mismo punto que se utilizó la técnica de parada y arranque, cuando él está en el borde del orgasmo. La idea es reducir la erección de su pareja a través de exprimir. Al igual que con el método de parada y arranque, su pareja debe hacerlo por su cuenta en primer lugar, dominarla, y luego le invitan a practicar la técnica con él.

    http://eyaculacionprecoz.webconsultas.com.es/

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